Santiago Villarreal Cuéllar
“En estos instantes, el espíritu del hermano Pablo acaba de ocupar mi
cuerpo, y a partir de ahora, quien hablará a ustedes será él.” Manifestó la
“hermana” María, una médium, vestida con túnica de color negro, mientras
permanecía de pie cerca del altar, en cuyo centro colgaba una réplica de gran
tamaño de una foto del extinto Pablo Emilio Escobar Gaviria. Sobre el altar
cubierto con un mantel blanco, habían varios vasos de cristal llenos de agua, y
floreros con cartuchos, azucenas y rosas blancas, lo adornaban. Las manos y
cuerpo de María, comenzaron a temblar, mientras por su frente empezó a correr mucho
sudor. Esto sucedió hace dos años en un lejano pueblo del Caquetá, pero la
escena se repite con distintos protagonistas en muchos otros lugares de
Colombia, México, Venezuela, Brasil y quien sabe en cuantas otras naciones.
Después de la muerte de Escobar, su memoria continúa viviendo en el
corazón, la mente y en los altares de muchas personas. En su tumba, diariamente
se encuentran velas y cirios encendidos, y muchas flores. Sus fotos son motivo
de veneración, no solo por quienes le conocieron y recibieron algún favor, sino
de cientos de miles de personas que nunca lo vieron, pero que después de muerto
sintieron admiración y reverencia por este personaje. Es curioso que mientras
el estamento oficial y los medios de comunicación satanizaron a Pablo Escobar
Gaviria, muchísima gente haga caso omiso a la prensa y venere, rece y crea que
el espíritu de Escobar hace milagros. Son muchísimos los médium que afirman
invocar el espíritu de Pablo, y lo receptan en sus cuerpos. Durante horas el
supuesto espíritu, se manifiesta por boca del médium y orienta a muchas
personas que creen firmemente en él. También receta hierbas y otras medicinas a
los enfermos, y hasta predice el número de lotería que deben jugar quienes
gustan hacer apuestas. El espíritu de Escobar ronda por todas partes y la
leyenda toma forma cada día. Pronto pedirán su canonización.
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